A veces me creo fotógrafa profesional con una simple manta, un espejo y un ramo de flores de plástico en la cabeza.
¡Mamma mía! Cuantísimo tiempo sin coger mi Nikon, tan acostumbrados a la fotografía móvil... y la diferencia es abismal. Nada que envidiar, elegiría mi cámara de la polka una y mil veces más. Tenía muchas ganas ya.
Así que de improvisado, surgieron estas fotos en casa. Desde entonces estuve reflexionado sobre la calidad de contenido. El móvil puede sacarnos de apuros, pesa menos, nos permite muchísima más movilidad, lo tenemos siempre a mano, etc. Pero la calidad de la cámara y un buen objetivo no lo consiguie cualquier teléfono móvil con su consiguiente postproducción. Tengo que tirar más de ella, la pobre cogiendo polvo estaba cuando antes la quemábamos todos los días. Damn Instagram. Me has cegado.
Os dejo con estas preciosas fotos -según mi criterio, por supuesto, a ver que me voy a creer yo- y como siempre con mi super elección de fotos reducida. Nótese la ironía.
¿Por qué estas fotos y no las que estamos acostumbradas a hacer? Últimamente estoy muy acomplejada con mi físico, mi subida de peso, la flacidez en algunas zonas que no soporto, MI PAPADA, me generan una ansiedad brutal. Me siento. Reflexiono. Y sí, lo que me provoca la ansiedad son los prototipos y todo lo que generan las RRSS, que mayormente, es una realidad completamente distorsionada -retoques, poses correctas, etc- Lo acepto. Me da igual. Vuelvo a mi bucle.
Así que decidí animarme, sentirme sexy, valiente, y esto salió.