Está claro que la vuelta al trabajo siempre es dura. Y desde luego, con la edad cada vez es más dura. De pequeña, al volver a clase, como mucho te podía dar más pena despedirte de un amor de verano que otra cosa, pero los madrugones no importaban. Pero ahora… Cada vez que ha sonado el despertador esta semana no sabía si llorar, gritar, bailar…
Así que a ver si el tiempo se porta un poquito y podemos descansar en la playa.