Resulta que sí, soy una mujer de zapatillas. Quién lo iba a decir hace 10 años, cuando al terminar el instituto me juré y perjuré que no volvería a ponerme calzado deportivo nunca más, por los jamás de los jamases -nota mental: no vuelvas a decir esto no me gusta, al final siempre acabas tragándote tus palabras-. Son dos los pares de ‘sneakers’ que recuerdo de mi etapa de adolescentes: unas Adidas Superstar blancas con las líneas y el logo en color azul eléctrico y unas Nike Cortez que repetían el mismo patrón cromático. Por aquel entonces yo no conocía ni los nombres de los modelos, solo sabía que quería unas zapatillas blancas con detalles en esos colores. El resto daba igual.
Imagen Vogue
Las chicas estamos de suerte, o quizás debería decir que son nuestros pies los afortunados. Las zapatillas son una tendencia cada vez más en alza. De hecho, este año las ‘white sneakers’ son lo más, después de haber pasado un tiempo en el que los colores eran los reyes del calzado deportivo. Señores tacones, no os pongáis tristes si habéis notado que cada vez nos vemos menos.
Mi reencuentro amoroso con las zapatillas vino de la mano de esas tan horribles con cuña interna que decidió sacar Isabel Marant. Aún me pregunto por qué, cada vez que las veo en el zapatero. No sé en que momento mi cerebro se atrofió y se nubló, pero después de todo un verano quejándome de lo horteras que eran, caí y donde dije digo… -ya sabéis como acaba-. En fin, debo dar gracias que duró poco, aunque he de confesar que un par de años después algún día han reaparecido en mis pies, en alguna intentona absurda de reconciliación. Haciendo memoria, no he podido evitar compararlo con la sensación que tienes cuando recuerdas el típico ligue de una noche del que después te arrepientes ‘forever and ever’.
Imagen: Vogue
Por suerte, poco tiempo después llegó a mi vida mi gran amor, en lo que a zapatillas se refiere, las New Balance 410 azul marino, con logo en rojo -¡cómo me gustaban!-. Eran perfectas: bonitas, redondas y el pie parecía más pequeño que con otros pares. Es curioso, porque al principio no estaba nada convencida, pero fue ponérmelas y no querer quitármelas. De hecho, las llevé prácticamente todos los días durante año y algo -menos durante los meses de verano-. En fin, las zapatillas perfectas hasta que llegaron unas Nike de running en azul también, pero esta vez brillante, con logotipo en naranja fluorescente. ¿Qué os había dicho de los colorines? Por suerte, me medí bastante y no fui más allá de esta mezcla. ¿Os acordáis de las Asics Noosa? Os reto a que intentéis contar todos los colores que llevan. Premio para quien lo consiga. Volviendo al punto en el que estaba, me las compré para empezar a hacer deporte -pobre ilusa- y terminé usándolas para vestir de diario. -Nota aclaratoria: después de toda una temporada invernal llevándolas con vaqueros y demás, ahora sí cumplen su cometido y ya me las pongo para ir al gimnasio-.
Imagen Man Repeller
Y ya en la actualidad, ¿adivináis cuál ha sido la última adquisición? Bingo, unas zapatillas blancas. Me repito, pero no se puede decir de este agua no beberé. Toda mi vida universitaria -que no han sido pocos años- odiando los zapatos blancos y no se me ocurre otra cosa que querer unos. En fin, a las Nike ya les estaba cogiendo un poco de manía. ¿No os pasa cuando algo se repite mucho? Una canción, una comida, una persona, unos zapatos… Nada que mirando y mirando, encontré mis últimas -como dirían las instabloggers- ‘babes’ en la web de Asos y esas que me compré. La blancura impoluta duró 5 minutos una vez estrenadas, pero ya sabes a lo que vas cuando decides comprar algo así.
Imagen: Clochet
Como habéis podido comprobar no he mencionado ni las Vans, ni las Converse. No es que no me gusten -que por ahí van los tiros-, pero la verdad es que me quedan fatal. No van conmigo, lo siento -ya podéis empezar a lapidarme-.
En definitiva, para muchos no serán demasiadas -e, incluso, puede que consideréis que son muy pocas-, pero yo con éstas tengo suficiente -por el momento-, aunque no descarto en un futuro próximo volver a probar las Cortez. Porque sí, soy una chica de zapatillas pero también lo soy de mocasines, botines, stilletos, Ugg, tacones varios… Vaya, creo que en realidad soy una chica de todo tipo de zapatos
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