Nacieron sus hijos, y con su cuerpo un tanto deformado, no renunció a sus tacones, ¡volvía a estar estilizada! Y llegaron las tardes de parque y niños corriendo tras las palomas, y madre (en tacones) corriendo tras los niños (y ahora podéis pararos a visualizar la escena y reír un rato)... pero todo era bonito, pelín incómodo pero bonito. Se sentía segura de sí misma viéndose ahí arriba, con esas piernas laaaaargas y delgadas...
Y desperté, y vi que mis piernas eran delgadas (lo de largas lo dejaremos para otra vida) incluso con unas zapatillas, con unas bailarinas o unos zapatos planos de cordones. No tenía por qué subirme a unos tacones para sentirme más fuerte o más segura de mi misma, porque por fin me había aceptado.
RECONOCER, ACEPTAR Y DISFRUTAR.
Éste es mi cuerpo, mi imperfecto y maravilloso cuerpo en el que me siento realmente bien lleve o no lleve tacones. Cuerpo que cuido por imagen pero principalmente por salud, porque es la base sobre la que construyo mi vida.
Y ahora, después de tantos años subida a unos tacones, no os digo que los vaya a desterrar, pero sí os aseguro que he limitado mucho su uso. Claro que en determinados looks me subiré a los tacones (disfrutando de mi estilizada figura con ellos) pero estos últimos meses estoy abonada al calzado plano.
Fan total de las zapatillas casual. Parece que los modelos de hace años están volviendo poco a poco. Las Stan Smith de Adidas, las Converse, las Super Star también de Adidas o el modelo Cortez de Nike que tuve en varios colores hace unos años. Todos ellos parecen haber vuelto con fuerza, y en mi caso, al menos para tener unas Cortez no tendré que ir a ningún outlet de Nike porque aún guardo unas en el fondo del zapatero.
Botines con poco tacón, bailarinas o bluchers, ese es el calzado que estas últimas temporadas estoy comprando. Y si me subo a un tacón, os aseguro que la principal premisa para que llegue hasta mi casa, es que sea cómodo.
Con la de carreras que me habré echado persiguiendo a los peques como un pato mareado todo por mantener una imagen... y ahora, que ya no corro tras ellos, voy cómoda como hacía tiempo.
Las ventajas de conocerse y aceptarse...