Dejando de lado todo este espectro desde lo más básico hasta lo más profesional, ¿qué es lo mínimo que le debo pedir a un buen champú para dejar mi pelo en buenas manos?
Cómo elegir un buen champú
Por mucho que algunas marcas insistan en ello, no existe un champú universal. Cada tipo de cabello es distinto y por tanto, debemos tener en consideración el nuestro propio para elegir el tratamiento adecuado para él. De esta forma huye de los “formatos familiares para todos” y busca el que mejor se adapta a tu tipo:
¿Cabello claro u oscuro? si somos morenos, lo más adecuado es un champú hidratante, y si somos rubios, a base de manzanilla.
¿Teñido o natural? Desde intensificadores hasta protectores, podemos mantener el color deseado durante mayor tiempo gracias a productos específicos para coloraciones.
¿Tendencia a la caída? La caída del cabello es un proceso natural, pero si éste no se regenera o sucede de forma prematura, debemos acudir a fortificantes y reparadores.
¿Grasiento o seco? Un pelo con grasa o sin humedad es un pelo que se debe tratar, y no sólo mediante el uso de productos específicos, sino atendiendo a la frecuencia de lavado: diario en el primer caso y cada tres días en el segundo.
Qué debo evitar en un buen champú
Los champuses como los productos alimenticios, cuanto más naturales mejor. Por ello, a pesar de su naturaleza de por sí química, debemos evitar aquellos que acudan a un exceso de elementos nocivos usados para que duren más o para dar una mayor sensación de limpieza (creando más espuma o conteniendo perfumes intensos). ¿Qué elementos desechar de un buen champú?
Detergentes abrasivos: como el lauril sulfato de amonio o de sodio, causantes de limpiar con firmeza y crear una potente espuma, pero a base de acabar también con los aceites esenciales de nuestro cabello
Cloruro de sodio: la sal es usada en champús y acondicionadores como espesantes, pero también dejan una cabellera seca, con picazón y acelera la caída del pelo.
Polietilenos: usado como agente espesante, quita la humedad natural al pelo y también al cuero cabelludo.
Dietanolamina (DEA) y trietanolamina (TEA): causantes de irritación y reacciones alérgicas, destruyen la queratina volviendo al pelo sin vida y quebradizo.
Parabenos: el último enemigo nº 1 de los productos naturales. Usado como conservante en productos químicos, no sólo irritan, sino que también afectan al equilibrio natural, acelerando por tanto la caída.
Alcohol: es difícil escapar de este componente que, tal como conocemos como producto desinfectante, en exceso produce sequedad. Cuanta menos concentración tenga el champú mejor, y para ello asegúrese que si no se menciona el porcentaje, no aparezca entre los cuatro primeros ingredientes.
Fragancias y colores sintéticos: ¿hay algo menos natural que disfrazar un producto a base de proporcionarle un color y un olor que no le pertenece? Para que algo huela a rosas, se usan hasta 3.000 componentes químicos.