1. Saber qué tipo de piel tenemos o cuál es ese defecto que queremos tapar. Si somos conscientes de cuáles son nuestros 'problemas', elegiremos los productos adecuados para tratarlos.
2. Preparar la piel con los cosméticos pertinentes en relación con el tipo de nuestra dermis.
3. Corregir los defectos: rojeces, cicatrices, ojeras...Por ejemplo, los tonos oscuros de las ojeras los tapamos con un corrector naranja o salmón. Para aportar luz usamos dos tonos más claros que la piel, aplicados en forma de triángulo.
4. Cubrir con tu base y sellar con polvos traslúcidos.
¡No te saltes ninguno!