Me parecía mentira la rapidez del tiempo. Todavía recordaba cómo embarqué en aquel fascinante viaje sin ni siquiera conocer a nadie. Habían pasado dos años desde entonces y yo ya no era el mismo. Desde luego que no. Aquellos temores y esas viejas inseguridades se quedaron bajo la escalera por la que subí al barco. Aprendí tanto de aquel viaje? Tanto de los que iban conmigo como de los que fueron contra mí.
Verde. Aquel color con el que habían decidido pintar el interior del barco. Aquel color esperanzador que siempre me había dicho tanto? Un verde inolvidable. Un verde que desde entonces sigue en mi vida, en mi paleta de colores. Una esperanza que la vida me enseñó a no perder, a conservar hasta el final.
Sin duda aquel viaje se me hizo corto. Parecía todo un reto el primer día, cuando me veía con mi equipaje y me decidía a hacer aquello que deseaba. No sabía que dentro de mí hubiese tanto que dar a los demás. No sabía cómo pude yo sólo conseguir tanto en tan poco tiempo. Todavía no comprendía cómo había conseguido tantos objetivos. No cabe duda que lo disfruté hasta el final. No cabe absolutamente ninguna duda que fueron dos años inolvidables, que merecieron la pena.
Y ya sabe todo el mundo que en un viaje en barco suelen surgir imprevistos. La verdad que en este caso surgieron pocos, pero los que se presentaron los afronté. Quizá sea por eso por lo que a día de hoy soy como soy. La seguridad, la confianza, la disposición y la ilusión son valores que aquel viaje me enseñó.
Todavía recuerdo mi traje marinero. El viejo pañuelo de mi abuelo, atado siempre al cuello. La camisa de rayas que tantas veces me había puesto? Y ese inconfundible olor a sal siempre conmigo. Quizá quería mostrar siempre lo mejor de mí, pero a día de hoy también aprendí que el dolor, las caídas y las malas pasadas, son parte de la vida. Que a nadie le importa cómo vista o lo que aparente ser.
Muchos abandonaron el barco antes de llegar al destino final. Muchos otros se alejaron pero decidieron que era mejor volver. Otros muchos nos quedamos con los ojos expectantes. Y es que hoy soy diferente, hoy ya sé lo que quiero y lo que no, y tengo claro cómo quiero conseguirlo. Hoy sé quiénes son los que nunca te abandonan. Hoy, sin dudad alguna sé, que el presente es lo mejor que podemos vivir. Hoy sigo esperando emoción, sentimiento y nuevos desafíos. Me encuentro en alta mar, en medio de mi camino, persiguiendo mis sueños. Y aquí me hallo, con un equipaje cada día más completo, y con unas ganas increíbles de zarpar hacia el próximo destino. Es lo que tiene el viaje de la vida. Nunca me cansaré".
Besos,
David Chaser