En la imagen: Rihanna, vestida de Poiret, en la premiere de la película Oceans 8 en Londres.
Rihanna se encuentra presentando Oceans 8, el largometraje que protagoniza junto a Sandra Bullock, Cate Blanchett, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter, Sarah Paulson y Awkwafina.
Ayer, el lugar escogido para promocionar el film fue Londres y, como ya nos tiene acostumbrados, la cantante de Barbados, nos volvió a sorprender con un llamativo vestido dorado con efecto arrugado, escote en V y mangas abullonadas, firmado por nada más y nada menos que Poiret. La firma, que acabaría cerrando por quiebra en el año 1929, regresa de la mano de la diseñadora china Yiqing Yin, trayendo así el nombre de uno de los modistos más importantes del siglo XX.
En las imágenes: El diseñador Paul Poiret junto a una modelo y algunas de sus creaciones.
Paul Poiret nació en París en el año 1897. Criado en una familia humilde y con un padre comerciante de telas, el pequeño Paul, demostró desde una temprana edad su pasión por la moda, creando vestidos para las muñecas de sus hermanas. Su talento con el dibujo, le abrió las puertas del taller del diseñador Jacques Doucet, con quien aprendió las claves de la alta sastrería.
Tras el servicio militar, Poiret consiguió empleo en la maison de Charles Frederick Worth, la casa de modas más importante de la época. Dos años después, y gracias a la ayuda económica de su madre, abrió su propio salón de moda. Tan sólo tres años necesitó Paul Poiret para que sus vestidos fueran llevados por las actrices más populares, convirtiendo sus fiestas en selectos eventos en los que se reunía la alta sociedad de París.
Las exageradas dimensiones que creaban los corsés (en forma de reloj de arena) le resultaban tan ridículas, que en 1906, lanzó una de sus creaciones más conocidas. Se trataba de un vestido sobrio y estrecho, cuya falda comenzaba debajo del pecho y caía completamente recta hasta el suelo, creando así un corte imperio. Lo bautizó como La vague (la ola, en francés) y causó sensación.
De izquierda a derecha: Rihanna, Naomi Campbell y algunas fotografías de la colección otoño-invierno 2018/19 de Poiret.
Su mujer, Denise Boulet, con quien se casó en 1905, se convirtió en su musa y no paró hasta conseguir que fuera consagrada como una de las mujeres más elegantes de París, vistiéndole en cada aparición pública.
Poiret prometía rejuvenecer y liberar a sus clientas desterrando los colores apagados y dotando a sus prendas de vivas tonalidades y originales estampados. Sustituyó los corsés por sujetadores flexibles y apartó las medias negras, abrazando la comodidad de ligeras piezas de seda en color carne. Pero con el tiempo, la idea de liberación se transformó en una particular esclavitud, alimentada por su implacable ego. En 1910, creó la desafortunada falda trabada, que se estrechaba tanto, que impedía caminar con total normalidad.
Después de unas colecciones un tanto polémicas, creó su propio sello y fue el primero que se atrevió a lanzar varias propuestas para el hogar (muebles y perfumes made in Poiret) y tras la primera Guerra Mundial, el diseñador no pudo afrontar las deudas millonarias que le acechaban y cerró su casa de moda, dedicándose a la pintura hasta su fallecimiento en 1944.
90 años después: La pasarela francesa veía el resurgimiento de la maison, noventa años después de su cierre.
El pasado marzo, la Semana de la Moda de la Alta Costura de París, veía como una de las firmas más importantes de la historia de la industria, resurgía 90 años después de su cierre, con la diseñadora Yiqing Yin al mando. Los vistosos brocados y los tejidos cargados de movimientos y llenos de brillo, nos generan una nostalgia renovada, que promete mantener el nombre de Paul Poiret en lo más alto de la costura francesa.