Si os soy sincera el sábado tuve muy mal día. Ya sé que vivo en en el norte y que es absurdo quejarse del tiempo porque no podemos hacer nada para remediarlo (salvo mudarnos???) pero levantarte en pleno julio sin llegar a los 20º y con un día muy gris me bajó la moral. Me quejé, despotriqué y me enfadé... pero ¿para qué? Para nada...
El problema es que cuando tenemos días de este tipo nos recreamos en nuestra baja moral, nos lo repetimos una y otra vez en lugar de ver todo lo maravilloso que AHORA mismo nos está pasando.
Veía las noticias, cosa que no hacía desde hacía mucho tiempo, y me enfadaba escuchando como la ola de calor achicharraba al 90% de los españoles en las playas abarrotadas. Yo estaba "disfrutando" de una tarde casera junto a uno de mis pequeños, pero sólo era capaz de ver el cielo gris plomizo al mirar por la ventana. No veía a mi niño que me reclamaba, no podía escucharle porque sólo oía a mi mente quejarse de algo tan absurdo como la meteorología. Paré y lo logré, y decidí hablarle yo a mi mente en lugar de dejar que ella me hablara a mi. Algo que tenemos que hacer más a menudo, de hecho deberíamos hacerlo continuamente. Parar esa mente incansable que no deja de trabajar y disfrutar del AHORA, de este preciso instante maravilloso que tenía delante. Mi pequeño y yo disfrutando el uno del otro. Y llegué a tiempo, y jugamos, y reímos, y vimos una película, y comimos palomitas y nos hicimos cosquillas, caricias y nos comimos a besos.
Y desperté, y me di cuenta de lo maravilloso que es este preciso instante. ÉSTE. Y vi el gran trabajo que tengo por delante, el esfuerzo que tendré que hacer para llegar a sentir lo que sentí esa tarde en cada uno de los momentos de mi vida.
Hoy ya brilla el sol, es verdad que ese detalle ayuda bastante, pero no puedo permitir que siendo tan afortunada, algo incontrolable como es el tiempo, influya en mi bienestar.
Vestido: DDPWoman