Solamente son necesarios dos ingredientes:
· 1 clara de huevo (alta en proteínas que ayudan a sanar y tonificar la piel)
· 1 cucharada de azúcar (exfoliante que suaviza la piel)
Ponemos en un bol de cerámica o metal (nunca de plástico) ambos ingredientes y los batimos con rapidez para crear una crema espumosa que, volteando el bol, no debe caerse (lo que vienen a ser claras a punto de nieve o merengue de toda la vida).
Aplicamos sobre la piel con ayuda de una brocha o los dedos bien limpios, dejamos actuar durante 10-15 min y luego retiramos con agua.
Es una mascarilla sencillísima de hacer y deja la piel suave y muy limpia (algo que me obsesiona bastante y que siempre busco obtener). Como pequeño tip os recomiendo que cojáis un poquito y masajeéis vuestros labios con ella y la retiréis, no la dejéis reposar como en el resto de la cara. Los suavizará y exfoliará sin dañarlos, ya lo veréis.
No os preocupéis por el tema exfoliación ya que el azúcar se deshace al mezclarla con la clara de huevo y es imposible que dañe la piel.
Como segundo pequeño tip os cuento que yo sólo he necesitado media mezcla, me resultaba imposible utilizarla toda, así que pensad en alguna amiga o quien queráis para compartirla y no tirar el producto restante a la basura (¡nada de derroches!) Si os gustan las mascarillas buscad un hueco de vuestro tiempo para probarla, a ver qué os parece. Yo os la recomiendo muchísimo, aunque sea para mimar vuestra piel.