Hay un aura de indefensión en la mirada translúcida de Sara Carbonero. Debe de ser difícil convivir con el éxito profesional, la ventura sentimental y una belleza incuestionable. Más aún en un país como éste, tan dado al cainismo incluso cuando tiene motivos sobrados para la conciliación en jornadas como ésta. Gente como ella no tiene derecho a equivocarse. Pueden hacerlo otros desde su charlatanería patriotera, pero no Sara, pues en sus azulísimos ojos reside la culpa de desempeñar con dignidad un trabajo público y tener a su lado al mejor portero del mundo.
Hay una soledad inmensa en el éxito. Aunque parezca difícil de creer, Sara Carbonero es de carne y hueso. Interpela a su amado delante de la cámara sin perder del todo la sobriedad, bien presente el beso improvisado de hace dos años, cuando el chico se le abalanzó en una imagen que dio la vuelta al mundo. Indisimulable el deseo de que algo parecido se repita. El cerco se estrecha sobre Iker Casillas, pues las preguntas respecto a sus planes inmediatos abocarían a un desenlace similar, que aguarda expectante una afición colmada de gozo. La culminación será más 'light'; difícil repetir aquel gesto bello y espontáneo.
http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2012/07/02/futbol/1341264798.html
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