Claro, que leer la etiqueta de la comida resulta casi un juego de niños comparado con la etiqueta del cosmético, donde además de ponérnoslo igual de difícil con la letra (es donde empieza el trasiego de gafas), encima nos lo ponen imposible porque todo suena a
Los productos cosméticos no pueden emplear cualquier elemento en su formulación. La Reglamentación Europea de productos cosméticos 1223/2009 es la encargada de regular, por ejemplo, la concentración máxima de algunos ingredientes (si no, algunos de estos cosméticos pasarían a ser medicamentos) y las sustancias, colorantes, agentes conservadores o filtros prohibidos. También regula cómo deben listar los laboratorios los ingredientes que utilizan.
Los cosméticos tienen la obligación de nombrar sus ingredientes según la nomenclatura INCI (International Nomenclature Cosmetic Ingredient). Los americanos pioneros fueron los impulsores de esta norma en los 80 y los europeos listos la adoptaron a finales de los 90. Gracias a esta decisión, podemos leer la lista de ingredientes sin necesidad de traductor* en cualquier país americano y europeo, además de Rusia, Sudáfrica, Brasil o Canadá entre otros. *Lo de sin necesidad de traductor es un decir, ya que es verdad que todos los ingredientes están en el mismo idioma compres donde compres, pero de ahí a que no necesites un traductor de latín o de inglés, es algo que se verá. Claro, que a lo mejor lo que necesitas es un traductor de ¡química!
Y para complicar las cosas, no pensemos que todos los ingredientes que se usan en la fórmula aparecerán listados, ya que los fabricantes pueden solicitar que no se incluyan algunos por temas de confidencialidad (mejor llamémoslo por su nombre: espionaje industrial como en las mejores pelis de género negro). Y claro, del porcentaje ya ni hablamos. Éste casi no lo catarás a menos que el fabricante se vanaglorie de la altísima cantidad de principio activo que ha incorporado.
Pero que no cunda el pánico. Con 4 cositas bien explicadas(7 para ser exactos), puedes empezar a curiosear en la lista del INCI y si la curiosidad se vuelve obsesión, puedes consultar, manosear y digerir toda la normativa en la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios). Como aperitivo, que sepas que el listado de ingredientes debe ir precedido del título INGREDIENTS. No te rías, es que controlan el más mínimo detalle (excepto el de los ingredientes que no aparecen ¡vaya!)
El orden de los factores sí altera el producto. Así pues, los ingredientes que aparecen en las primeras posiciones son aquellos que tienen mayor concentración en la fórmula, seguidos en orden decreciente por concentraciones menores. Redundante pero claro. Esto es sumamente revelador porque de un simple vistazo puedes saber si te quieren dar gato por liebre. Si el ingrediente más anunciado del producto aparece en el infinito y más allá, es decir, si no está dentro de la primera mitad de la lista, sencillamente, habría que cuestionarse si es que es el tipo de ingredientes que con un picogramo consigue el milagro.
Revueltos. Tanta formalidad se acaba cuando llegamos a los ingredientes que conforman ≤ 1% de la fórmula. A partir de ese momento, el orden es desorden y pueden aparecer como les apetezca, revueltos, mezclados o agitados. En este apartado suelen estar por su baja concentración, perfumes, conservantes y colorantes, por lo que algunos ni siquiera llegan a aparecer. Sin embargo, si hablamos de perfumantes que puedan ser alérgenos – 26 en total – y se encuentran en concentraciones superiores al 0,001% en productos sin enjuague después de su aplicación, o del 0,01% en productos con enjuague, en ese caso deben figurar obligatoriamente en la lista de ingredientes.
Latín es sinónimo de natural e inglés de artificial. Y no lo digo con mala fe por el Brexit, que conste. Es que los ingredientes de origen natural se denominan en latín, que para eso ya los conocían, y todos aquellos de origen químico o derivados químicos de sustancias botánicas, en inglés. Ejemplo Hydrogenated Castor Oil, o lo que es lo mismo aceite de ricino hidrogenado (pongo este ejemplo para que si te encuentras este ingrediente, no desheches el pobre producto porque pienses que son unos salvajes con los animales)
Sistema Linneo. Las sustancias de plantas usan nomenclatura binomial (el sistema que ideó Linneo donde género y especie conforman el nombre) en latín. Bueno, esta es la teoría, porque en los derivados o extractos de dichas plantas se impone el latinglish si procede. Es decir, podemos hablar de qué tipo de preparado se trata: oil, extract, powder … o de qué parte de la planta se ha obtenido: leaf, fruit, bark … y eso lo haremos en inglés.
Numerados. Si la cosa se pone fea, bien por la complejidad de los ingredientes, bien por la similitud de los mismos, y no hay forma razonable de darles nombre fácil y reconocible (tiene gracia que usen estos dos adjetivos), en ese caso se usan números arbitrarios precedidos por un nombre que sugiera la estructura o composición de la sustancia. Ejemplo Polysilicone-1
Agua. No es que el agua sea curativa (que lo es, si hablamos de hidratación), es que en las cremas y algunas emulsiones, el agua es la base de la formulación, y por lo tanto, por su alto porcentaje dentro de la fórmula, debe ir en primer lugar. A continuación suelen aparecer los excipientes (sustancias que se usan para conseguir una determinada textura) y por último los aditivos (conservantes, colorantes y perfumes). Así que si en algún momento te encuentras perfumes o conservantes a mitad de la lista, mmmmmm, vete con pies de plomo.
Colorantes y pigmentos aparte. Para estos se usa el sistema CI (Colour Index International) que significa que cada colorante o pigmento tiene asignado un número de 5 cifras, por lo que veremos las siglas CI seguidas de su correspondiente número. Ejemplo CI 77205 es amarillo cadmio, vamos, tan fácil que o miras directamente el color del frasco o mejor consultas su web. ¡Con lo fácil que era antes listar los ingredientes! Camphor Ice with Glycerine. Ni nombres en latín ni química ni listados interminables. Y por si alguien no lo sabe el Camphor Ice era una mezcla de alcanfor, esperma de ballena, cera de abejas blanca y aceite de ricino. Tan bueno debía ser que se sigue vendiendo después de la friolera de 136 años, aunque me pregunto cómo habrán listado ahora sus ingredientes.
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