Quizás es un atrevimiento decir lo que voy a decir. Pero creo que es algo que salta a la vista y que las clientas también notan, y que además, ponen en valoración para decidir por uno u otro servicio.
A mi modo de ver, existen 2 tipos de Asesoras o Asesores de Imagen, y vaya por delante que ambos son totalmente válidos, respetables y valiosos. De hecho existe público para los dos tipos ya que aportan visiones diferentes de la imagen, e incluso habrá profesionales que combinen ambos enfoques con éxito.
Asesoras de Imagen centradas en las tendencias de moda, en las pasarelas, en el styling. Son cazadoras de lo nuevo, siempre están atentas a cualquier milímetro que se mueva en el mercado de la moda, son conocedoras y amantes de las nuevas colecciones de los diseñadores y diseñadoras más importantes del panorama internacional, y seguramente son las que más disfrutan las rutas de personal shopper y los cambios de look e imagen.
Asesoras que conciben la Imagen como un elemento más profundo, que comprende autoestima, creencias, gustos, historia, limitaciones, emociones, equilibrio, estética, y en definitiva, fondo y forma en armonía.
Claramente me decanto por esta segunda manera de ejercer mi profesión. Considero la Imagen como un canal para expresar, potenciar y crecer como personas, como mujeres. Me encanta ser partícipe de cómo otras mujeres se redescubren con una mirada más amable, más profunda, de forma honesta con ellas mismas y con lo que quieren para sí.
Es sorprendente ver sus reacciones, frente al espejo o a través de la pantalla, cuando desenmascaran sus propios miedos y los utilizan como un trampolín para tomar impulso y crecer, porque solo atravesando nuestros propios límites somos capaces de ver lo que nos estábamos perdiendo, y solo así creceremos como personas, como mujeres profesionales y emprendedoras.
Además, como decía con la frase introductoria de Robin Sharma, cuando invertimos en nosotras mismas, los beneficios de ese crecimiento personal no solo se queda nosotras, sino que a largo plazo lo notan los demás, nuestro entorno más cercano y nuestro público objetivo se beneficia de nuestro propio crecimiento. ¿Por qué? Porque aportamos seguridad, confianza, vivimos en paz con nosotras mismas, con lo que queremos y sentimos, con nuestro Yo más profundo. Esto aporta tanta tranquilidad que los demás se contagiarán de todo lo bueno que irradias.
Seguramente una de las razones por la que has decidido emprender, en el caso de las mujeres emprendedoras, es porque sientes un intenso deseo de ayudar a los demás. La actividad que realizas no se queda en ti, sino que trasladas tu conocimiento, tu saber hacer, siempre quieres dar lo mejor de ti, apuestas por el aprendizaje y por los valores. Lo sé porque esto también me pasa a mí.
En nuestro caso, con más rapidez y más impacto se proyecta nuestro propio desarrollo personal como mujeres a nuestro cliente, porque en cada sesión, en cada aparición en redes, en cada curso, taller o webinar, proyectamos todo de nosotras. Y esto es tan importante como peligroso. Debemos saber en cada instante qué queremos decir, cómo lo queremos trasmitir. Debemos estar seguras y confiadas de nosotras mismas, porque eso es lo que vamos a contagiar a nuestro público objetivo.
Y por este motivo he enfocado mi camino como Asesora al acompañamiento de otras mujeres comprometidas con su Imagen, su Marca y su Esencia como combinación ganadora en favor de su negocio o en su ámbito profesional. Deseo que vincules estas tres partes de tu imagen como profesional y emprendedora de manera honesta contigo y con tus clientes potenciales, porque solo así la relación que forjes con ellos será íntegra y duradera.