Junio & Julio: El tiempo pasa y ni siquiera todas las cosas divertidas que hacemos pueden pararlo. Mi verano comenzó con mi cumpleaños el 30 de junio, en el que me hice un autoregalo: el reloj dorado que veis en la imagen, y lo celebré en una piscina natural comiendo tarta. Después, ya empezado julio, la playa me abrió sus brazos cuando fui a visitar a mis abuelos a Bilbao. Como digo, el tiempo pasa, y ni siquiera los días en la piscina, los maravillosos paisajes o las meriendas deliciosas pueden pararlo. Pero mientras pasa podemos disfrutarlo en compañía de caballos, como hice yo, o aprovechar los momentos de trabajo para admirar la belleza de la ciudad, como en la imagen de la Plaza Mayor, y vestir las prendas que nos hacen felices, como mi vestido de piñas.
Agosto & Septiembre: Agosto se me pasó entre fines de semana en el pueblo visitando a mis abuelos, donde estuve con mi familia, llenando el estómago de comidas familiares. Tristemente, me despedí de una de mis mejores amigas con un día de piscina y otro de picnic antes de que se fuera a Inglaterra. Fue un mes lleno de deporte, entre la bici y el senderismo. En septiembre volví a salir a correr, aunque luego me puse ciega de algodón de azúcar en las ferias de Salamanca. Conocí a mi querido Choko, el cachorrito de bóxer y aproveché para ir de tiendas sola. Uno de mis últimos días en el periódico lo pasé haciendo fotos en las casetas, y visité días después el pantano de Santa Teresa para visitar el lugar donde descansan mis abuelitos paternos. Y así terminó el verano.
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