La vida no es una línea recta

Estaba navegando por mis blogs favoritos cuando leí la siguiente frase en el de Carly (que, para los que no me conozcáis lo suficiente, es mi #1 blogger favorita incuestionable): "la vida no sigue una línea recta, ni siquiera para aquellos que tienen todo planeado". Lo cierto es que nunca suelo escribir un post reflexivo basado en otro anteriormente escrito, pero cuando leí esto supe que tenía que "hablar" de ello.

Por unas cuestiones o por otras, esta es mi situación personal. Si la vida realmente fuera una línea recta, yo hace tiempo que hubiera descarrilado. En este punto de mi vida siento que voy dando tumbos. He cambiado tantas veces de rumbo que he olvidado cuál era mi meta original, si es que alguna vez tuve una.

Pero aunque pueda sonar triste o decepcionante, para mí es todo lo contrario. Ya no es que mi vida no sea una línea recta, sino que me niego a pensar que pueda serlo. Si me hubieran preguntado acerca del tema hace tan solo unos meses, probablemente me hubiera puesto a llorar desconsoladamente, pero en este momento creo firmemente que no tener un camino marcado es lo mejor que nos puede pasar.


Foto hecha por Manuel Laya

Antes solía pensar que si estudiabas X tenías que ser X o morir en el intento. Afortunadamente, ya no pienso así. La vida da tantos volantazos que nunca sabes dónde vas a acabar, pero eso es bueno. Nunca vas a pensar igual que cuando te montaste en ese coche, y tienes derecho a confundirte de desvío, tienes derecho a cambiar de dirección y tienes derecho a cambiar tu medio de transporte cincuenta veces si es necesario.

Nuestro destino puede ir variando según cambian nuestra mentalidad, nuestras circunstancias y nuestras aspiraciones. Lo importante es disfrutar por el camino y llegar a un lugar en el que nos sintamos cómodos y satisfechos. Y creo que no es necesario recordar que esa situación varía dependiendo de la persona. Quizá, para mí el destino ideal sea un prado repleto de flores donde descansar, pero puede que para ti sea un gran desierto en el que construir un oasis.

Del mismo modo en que dice Carly, hay que aprender a vivir con la certeza de la incertidumbre. Especialmente para los que, como yo, somos obsesos del control. Y aunque a veces todo parezca negro y negativo, nos tenemos que repetir el mantra que dice que "al final, todo sale bien. Y si aún no ha salido bien, es que no es el final".

Con todo esto de saber exactamente (o creer que lo sabes) qué hacen todos tus amigos y antiguos compañeros, a uno le acaba entrando un agobio tremendo por creer que no está en el lugar en el que debería estar. Pero lo cierto es que "ese lugar" no existe. Solo existe el lugar en el que actualmente estás. Nadie ha descubierto nada todavía y puede que tarde en hacerlo.

A mí, personalmente, me ayuda bastante recordar todas aquellas veces en las que lo pasé mal imaginando un futuro aterrador que nunca se hizo realidad. Si esos momentos fueron falsas alarmas, este también lo es. La vida sería mucho más sencilla si pudiésemos volver al pasado y decirnos a nosotros mismos: no te preocupes, todo va a salir bien, sí vas a conseguir trabajo o sí vas a aprobar ese examen o no te van a dar una mala noticia con los resultados de esa prueba. También sería fantástico que mi futuro yo apareciera ahora y me dijera exactamente lo mismo.

Por otro lado, a veces las cosas sí salen mal o no resultan como esperábamos. Pero me he dado cuenta de que, cuando eso sucede, es porque el universo nos tiene reservada otra cosa mucho mejor. Acordaos de todas esas rupturas, por ejemplo, las cuales fueron necesarias y nos llevaron hacia la persona correcta.

Como nuestro yo del futuro no va a venir a adelantarnos todas las cosas buenas que viviremos, no nos queda otra que manejarlo nosotros mismos. Debemos recordar que la línea recta no existe, que cada uno tenemos nuestro propio destino y nuestros propios tiempos, que está bien perderse y divagar de vez en cuando, y que al final todo saldrá bien, como siempre. Solo así podremos vivir nuestra vida sin estrés, disfrutando de cada etapa y sin agobiarnos por pensar en "ese lugar" en el que creíamos que deberíamos estar.

Fuente: este post proviene de Preppy Paula, donde puedes consultar el contenido original.
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