Desde que di de sopetón con el maravilloso blog de Lucía Be supe que en alguna ocasión querría ser una invitada tan campestre como las de sus fotos. Con ese aire despreocupado y natural siempre oliendo a flores silvestres y mimbre.
Un canotier es uno de esos caprichos que una merece darse, alguna que otra vez, sólo por haber sido buena...
Una de esas cosas bonitas que te alegran el día cuando el paquete te llega a casa desprendiendo aroma a lavanda y con un mensaje positivo - y bonito- incluido.
La idea era llevarlo en la última boda de día que tenía este año, aunque no sabía muy bien con qué vestido. Algo que no me importaba demasiado a priori, pues pensaba que el canotier tenía un diseño y tonos sencillos aptos para casi cualquier look. De hecho, es un tocado de novia...
Rastreé varias páginas de tiendas buscando algo de corte sencillo y preferiblemente con falda lápiz y con tono lady... Y de repente se me encendió la bombilla y me acordé de este vestido de Adolfo Dominguez que mi madre se había comprado y solo había usado en una ocasión.
Los complementos son REPETIDÍSIMOS. El clutch de Bruna lo que usado ya en ESTE look bodil y en ESTE. Las sandalias AQUÍ y AQUÍ por ejemplo. Los pendientes son de Parfois y las pulseras préstamo de mi suegra.
No quería llevar el pelo suelto para no quitar protagonismo a mi gorrito, pero tampoco me apetecía un recogido porque pensaba que el look ya era bastante serio y necesitaba algo más juvenil.
La trenza me la hizo Salva de Exedra, que de nuevo cogió a la primera de lo que le hablaba. "Nada de algo demasiado colocado por favor...". Un aparentemente despeinado que se mantuvo intacto a lo largo de las horas.
Cómo vale este chico, es todo un artista ;).
El mensajito positivo que venía en la caja del canotier me pareció la guinda del pastel.
Da gusto ver como los pequeños empresarios se curran los detalles y transmiten ilusión y mimo por los cuatro costados, ¿no os parece?
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