Los días que no hay mucha faena es cuando viene el peligro: Tengo tiempo para ojear ropa. Cuando escucho el típico comentario de ?qué envidia, ¡vosotras os quedaréis con lo mejor de las rebajas!? no sé si reír o llorar, porque lo cierto es que, al menos yo, no. Cuando tengo tiempo para mirar y remirar, y hay tallas disponibles, nada me inspira o siento que no me hace falta (o pienso en mi cuenta corriente y desecho la posibilidad de comprar). Por otro lado, cuando no tengo tiempo, una sensación de estrés e impotencia me invade pensando que ya no quedan XS en toda la faz de la tierra para mí (¡malditas SEÁIS! ¡Dejad de comprar MI ROPA!). Pero algo sucede los domingos aburridos de verano (de rebajas, claro): Me empieza a gustar cualquier cosa. Cosas en las que, por lo general, en la vida me fijaría.
-Oye, si vas al almacén tráeme ese bikini en la S si queda.
-¿Ese bikini? (cara de asombro extremo)
-Sí, siempre lo he visto feo, pero ahora empieza a gustarme?bueno, tú si lo ves tráelo, anda.
Si hace dos meses me parecía un insulto al buen gusto, una aberración que bien podría condenar a cadena perpetua al diseñador, ¿cómo es que ahora me lo compraría si me quedara bien? El efecto rebajas y la teoría del apego a las prendas tienen la respuesta.
Vayamos por partes.
Hay cosas que te provocan tal flechazo, que la rapidez en sacar la tarjeta y pagar, podría ser equiparable únicamente a la velocidad de la luz. Luego hay otras que te gustan, pero les encuentras pegas: ?¿Y si no me combina con lo que tengo en casa? ¿Y si se me va de presupuesto? ¿Y si me queda como un tiro? No sé, no sé. Pero va, lo compro, y si no, lo devuelvo?. Y luego están las mierdas que jamás te pondrías. Son las prendas que en temporada pasan sin pena ni gloria, a la sombra de los top-ventas, las marginadas sociales sin derecho a ir a fiestas ni a salir en blogs.
Si no fuera por las rebajas no sé qué sería de ellas. Son prendas que las clientas compran porque piensan que no están mal y que están tiradas de precio, pero que nosotras, las dependientas, compramos porque debe ser que ?el roce hace el cariño?. Pasan de ser el ?Buah tía, qué feo? al ?Oye, pues por 5,99 está muy bien, ¿no??
Encuentro cierto paralelismo con los chicos: Acabas con algunos por apego, porque es lo último que queda o porque?son cómodos, y no están mal. Es un hecho. Lo más vendible y mono, sabes que todas lo quieren: Todas se lanzan a ello como zombies ansiosas de carne humana, como con los chicos guapos heterosexuales. Y los tíos se crecen y se crecen, del mismo modo que la ropa ?guay? y bonita?mantiene o sube el precio. Porque se lo cree, vaya. Va de sobrada (como esos tíos), maldita sea. Yo vamos, desde aquí ya lo digo, es mejor ir a por gangas: las últimas mierdas que nadie quiere. Al menos, sabes que no te las querrán quitar, eso es así.
Como me dice mi madre: “”¡fíjate en feos, que esos no se van con otras!”
Cuánta sabiduría.
Pero volviendo al tema de “comprar por apego”. Vamos a centrarnos.
En la misma línea del apego, tenemos a su derivado el “porsiacaso“. Me voy a comprar “porsiacaso” ese vestido de fiesta, aunque lo mejor que haga los sábados por la noche sea esto:
o esto:
“¿Y si me invitan a algún evento? ¿Y si tengo que ir a alguna boda? ¿Y si…?”
“¿Y qué tal si lo tengo toda la vida colgado del armario con la etiqueta puesta? De todos modos, en mi armario está mejor que en las manos de otra,¡hombre ya!”
Lo que yo os diga, son las prendas porsiacaso. Por si acaso viene el apocalipsis y no tengo nada que ponerme. “¡Si es que, no tengo nada que ponerme cuando realmente necesito ponerme algo!” Qué estrés.
Es como yo, que en rebajas de verano me da por comprar jerseis y chaquetas de entretiempo, ya con vistas al otoño. Ya lo sabéis, todo “por si acaso” empieza el fresco y me pilla
Pero a pesar de esto, hay algo mucho peor a comprar “por apego” o a comprar “por si acaso“. Hablo del “estoy muy loca, soy muy rebelde, y me lo compro aún sabiendo que no es mi talla”.
-Nena, ¿tú crees que esto me vendrá?
-Mujer, da de sí seguro, al final todo cede (sí, sobre todo las carnes).
-¿Seguro? (dice la señora mientras estira la prenda hasta que no puede más)
-Mujer…¿ha preguntado si queda más talla?
-Sí, pero está agotada. Mira, yo me lo llevo, si no os lo traigo. Aunque a todo esto, yo venía a comprar otra cosa, y mira con lo que me voy!
Esa es otra. Una de las frases más escuchadas.
-No, si yo venía a devolver una cosita (mientras se disponen a comprar siete).
-Ay chica, si es que venía a por una blusa y me llevo tres cosas más! Qué peligro! (otra rebelde)
Es como si fuerais a Mercadona a por arroz y salierais con leche y pan de sandwich.
Sea como sea, tengamos un poco de conocimiento, no hagamos de las rebajas un despropósito, por mucho que todo esté barato y nos nuble la vista tanta etiqueta roja y tanto cartel de “antes” y “ahora”.
Sí, sé que es duro, pero fomentemos un poco más la forma de comprar que más nos cuesta: la racional.
Aunque claro, esto de las rebajas, va como con el tema chicos: una cosa es la teoría y otra la práctica. Por mucho que queramos centrarnos y conformarnos con las
Nos vemos en las tiendas.
Buen día (y buena suerte).
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