En San Valentín, y todo el año

Todo empezó con el post sobre escribirle una carta de amor al cuerpo. Lo voy a hacer para este San Valentín, y estoy garabateando ideas en cada momento libre.

Lo primero que me ocurre es que antes de declararle mi amor a mi cuerpo, corresponde más bien que le pida disculpas. Y no solamente por haber criticado su aspecto, sino por no haberlo comprendido y apreciado como se merece.

Nuestro cuerpo es una verdadera maravilla, funciona solo sin que nuestra mente lo dirija: nuestros pulmones respiran, nuestro corazón late, nuestras heridas cicatrizan, cada mes tenemos un ciclo completo que nos prepara para crear nueva vida. Y a veces, nuestro cuerpo crea una personita completa, prácticamente de la nada, es que es impresionante.

Cada órgano de nuestro cuerpo parece estar diseñado para servir un propósito, pero hay uno que sin embargo no pareciera servir para nada: el clítoris. No es necesario par la reproducción, ni para la urina, ¿para qué sirve?

Sirve sola y exclusivamente para nuestro placer femenino así que… shhhh… silencio, que pase desapercibido en las lecciones de anatomía, para que no nos enteremos, como si nuestro placer no fuera importante.

Yo sabía que existía y para qué servía, y admito que estaba muy contenta con su uso, hasta que aprendí alrededor de los 16 años que Freud dijo que el orgasmo clitoriano era “inmaduro”, y que cuando comenzara a tener relaciones entonces debería trasladar el centro de atención a la vagina, que supuestamente me permetiría alcanzar un orgasmo más “maduro”.

Y así desperdicié mi adolescencia y mi juventud, intentando ese orgasmo vaginal elusivo, en vez de aprovechar el clítoris como realmente se merece, ese proverbial caballo regalado por la Madre Naturaleza, que en vez de apreciar como lo que es, un botoncito que presionado de la forma adecuada te hace ver las estrellas, dejamos que ignoren y desprecien.

8000 terminaciones nerviosas, solamente destinadas para nuestro placer, y en vez de levantarnos cada mañana agradecidas por su existencia, dejamos que las teorías de un señor del siglo pasado echen todo por la borda y lo ninguneen.

Y cómo no se me ocurrió cuestionar esto, ¡cómo se me ocurrió creerle al mismo señor que dijo que las mujeres tenemos envidia del pene! Señor Freud, mi clítoris le gana a su pene, por ejemplo porque cuando está erecto no se pone en evidencia en público, y nuestros orgasmos son potencialmente más largos e intensos que los masculinos, quién tiene envidia ahora, ¿eh?

Es San Valentín y debería escribir un post romántico flechado por Cupido, no es el momento de cabrearme con el género masculino o mi pobre maridito va a pagar los platos rotos. Por eso tengo que morderme la lengua para que no me salga una diatriba feminista, y terminar comparando esas “enseñanzas” patriarcales con la versión intelectual de la circumcisión femenina. No, no lo haré, no me quedaré amargada y embroncada. Es el momento de mirar para adelante, de perdonar y perdonarnos, y comenzar a apreciar, agradecer, y aprovechar la existencia del clítoris.

Este San Valentín te propongo un tema: El Triunfo del Clítoris.

Dile a tu chico que le tienes noticias:

A) Que durante las primeras semanas de gestación, su pene y nuestro clítoris eran igualitos, y se fueron diferenciando después.

B) Que lo ven muy chiquitito, pero que es mucho más grande de lo que aparenta – no me hagas enojar mencionando que fue solamente en 2009 cuando se lo estudió con una resonancia magnética, nunca antes se había preocupado nadie por el tema…

C) Que pretender que las mujeres disfrutemos solamente de nuestra vagina, es como pretender que él disfrute solamente de su próstata. ¿Le gusta a nuestro cariñito la estimulación de su pene? Pues a nosotras nos gusta la de nuestro clítoris.

D) Que si quiere un romántico San Valentín, ya sabe por dónde empezar – y, ehem, acabar.

En cuanto a nosotras mismas, a ver si lo aprovechamos como corresponde, no solamente en San Valentín, sino todos los días del año – o bueno, las madres seamos realistas, una vez por semana al menos: Más Placer, Menos Dieta presenta la teoría de que el clítoris ayuda a adelgaza:

1) Tener orgasmos quema calorías, o por lo menos, una noche teniendo orgasmos es una noche que no estás comiendo galletas frente a la tele.

2) Tener orgasmos libera oxytocina, que te hace comer menos, este estudio descubrió que los ratones sin el gen de la oxytocina comían más carbohidratos

3) Tener orgasmos te hace dormir mejor, liberando oxytocina y endorfinas, que tienen efecto sedante. Y dormir bien te llena de energía para al día siguiente caminar más y estar de mejor humor, lo que te hace comer menos por ansiedad.

4) Y hacer ejercicio, como caminar, mejora la circulación de la sangre… ¡al clítoris! un estudio demostró que las atletas tenían mejor circulación de sangre al clítoris, y una mejor función sexual: deseo, lubricación, y orgasmo, comparadas con mujeres de su edad sedentarias

5) ¡Te hace ver más joven! Este estudio es mi preferido , que concluyó que las personas que reportaron tener sexo tres
veces por semana se veían 10 años más jóvenes. Tres veces por semana… hay que organizarse un poquito y mandar a los peques a dormir temprano pero vale la pena intentarlo.

Ahora te dejo tarea para el hogar: busca en Google “cómo estimular el clítoris”, dale una copia a tu pareja, y a practicar, que tenéis una semana hasta San Valentín para perfeccionar la técnica…

adelgazar


Fuente: este post proviene de Más placer, menos dieta, donde puedes consultar el contenido original.
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