La manicura que os traigo hoy tiene un acabado bastante sencillo, pero os aseguro que para mí no ha sido nada fácil conseguirlo. Como veis en el título, se trata principalmente de un degradado y, para ello, es necesario utilizar una esponja con la que aplicar los esmaltes... ahí ha estado mi problema, ahora os cuento mejor.
¡Empezamos!
Lograr este acabado final me ha llevado más tiempo del que os podéis imaginar, porque no encontraba la esponja idónea que degradara los esmaltes bien. Probé con las típicas de maquillaje (estas que parecen quesitos) y a mí al menos no me han servido, pues apenas absorbían esmalte y lo dejaban a "pegotes" en la uña, por lo que el degradado no se quedaba muy bien. Después probé con otra esponja más porosa (que ni recuerdo de dónde la saqué) y con esta me pasaba todo lo contrario, absorbía tanto esmalte que después en la uña no dejaba nada.
¡Y al fin encontré una buena! De una cajita en la que venía un colgante, se me ocurrió sacar la esponja en la que venía sujeto y probar. Y esta vez si que lo conseguí, para mí gusto deja un degradado muy bonito incluso con tonos que no son de la misma gama de colores. El problema va a ser encontrar otra esponja igual cuando esta ya este llena de esmalte y no sirva... así que ¡seguiré buscando! jaja
Como truco, si no lo sabéis, puse una capa de esmalte blanco como base para que el degradado se viera mejor con menos pasadas de la esponja. Para finalizar esta vez usé un esmalte con purpurina pequeña que le da mucho brillo a la manicura.
Y vosotras, ¿con qué esponjas hacéis los degradados? ¿Tenéis algún truco para que queden mejor?
¡Un beso!
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