A últimos años se han popularizado las actividades que los involucran, como el nado con jaulas.
Sin embargo, como ocurre siempre que la gente se interna en el hábitat de cualquier animal salvaje, el riesgo cero no existe -aunque haya rejas de metal de por medio-. Los tiburones son depredadores, algunos de tamaño considerable, cuyo comportamiento, en determinadas ocasiones puede ser imprevisible, y más cuando extraños seres burbujeantes (humanos) nadan a su alrededor sin protección.
Un claro ejemplo de imprudencia fue lo que realizó la modelo e instagrammer estadounidense Katarina Zarutskie quien pensó que sería buena idea meterse a nadar y realizarse una sesión de fotos en las aguas de la isla Staniel Kay, en las Bahamas, donde había más de 30 escualos.
La joven de 19 años dijo a NBC que había oído que nadar con tiburones era una experiencia divertida y segura, por lo que no vaciló en zambullirse para que le tomaran unas instantáneas.
Para su mala fortuna, en determinado momento, uno de los escualos de 1.5 metros de largo, le atrapó una mano entre sus fauces.
"Tuvo mi muñeca en su boca y pude sentir sus dientes hundiéndose en mi mano", recuerda la joven, oriunda de California.
Katarina logró liberarse y, sosteniendo su mano sangrante por encima del agua para no atraer a otros tiburones, llegó hasta la orilla y salió del mar. Tom Bates, el padre de su novio captó el momento exacto del ataque.
"Tengo mucho suerte de haber conservado mi mano y mi vida", declaró Katarina tras recibir asistencia médica.
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