Nunca te adaptes a lo que no te hace feliz
De niños nuestros padres nos ataban con un doble nudo los zapatos o zapatillas para que no se desataran y no tropezásemos. Nos arropaban bajo las mantas y la colcha con sumo cariño, subían hasta arriba las cremalleras de nuestros abrigos y chaquetas para que estuviéramos bien calentitos, atendidos, cuidados. Muchas de esas veces estábamos algo incómodos por toda esa presión corporal, pero si habí ...