"No, no estoy exagerando": en defensa de las intensas

Muchas de las personas que conozco me han dicho que soy muy intensa, y por fortuna nunca lo he sentido como una ofensa, porque además sé que no lo es. Y es que ser intenso (o intensa) es en realidad vivir a plenitud, sentir con mucha fuerza, querer con ganas, ¿en qué momento convertimos eso en algo malo?

 

Ser intensa no significa enojarse por todo o llorar por todo, es simplemente vivir los distintos momentos a plenitud, poder llorar cuando algo duele, poder expresar lo que uno siente, es sentirse vivo.

 

Creo que con el paso del tiempo he aprendido también a contener mis emociones, y es útil en ciertos contextos, como en el laboral o incluso cuando se está rodeado de ciertas personas. Pero no entiendo a quienes viven reprimiendo sus emociones de modo constante.

 

Cuando estoy en una relación sólo espero que la otra persona entienda que lo que siento es real, y que no, no estoy exagerando, simplemente estoy sintiendo.

 

Todos conocemos a alguien así, a alguien que vive a plenitud, que se puede alegrar por cosas pequeñas y que también puede ser empático con las cosas tristes.

 

Ser intenso no significa desmoronarse a cada paso, no significa ser el más débil o el que "llora por todo", es simplemente elegir sentirlo, es poder entender que otra persona está pasando por un momento difícil y acompañarlo en su dolor.

 

Para mí ser intensa es poder llorar cuando algo malo me pasa, es desahogarme para luego poder recuperarme. Es estar en contacto con mis sentimientos y permitirme expresarlos. ¿No necesitamos más personas así cerca de nosotros?