En diciembre compré mi primer par de culots. Llevo queriendo unos desde hace dos años, cuando terminando el verano vi a Leandra Medine con un par en blanco. Lo recuerdo perfectamente, escribí en el grupo de Whats App de mis amigas -ese que tienes en el que compartes cada ‘modelito’ antes de una salida importante- y adjunté la imagen pidiendo opinión y reclamando unos así. Eran beige, anchísimos y se ataban con un lazo en la cintura. ¡Dos años! ¡DOS! En serio, Jimena, deberías hacértelo mirar. Encima, solo te los has puesto una vez. En mi defensa debo decir que no tengo demasiado claro como combinarlos para usarlos a diario ahora en invierno y, además, tienen un estampado un poco primaveral. Así que, aquí me tenéis, esperando que venga el buen tiempo para darles un poco de marcha.
Si pego un vistazo a las tiendas online -cada vez me gustan más que las físicas-, en el apartado pantalones se despliega un amplio abanico de posibilidades. Ésto debería ser suficiente para decidirme y comprar más de un par. Solamente, zara.com tiene en su e-shop 200 pantalones diferentes -sin contar los vaqueros-. Los hay de todos tipos: de cintura alta, de cintura media, de cintura baja -qué poco favorecen-, de pernera ancha, de pernera recta, ajustados -que no pitillos-, leggins, pantalones con pinzas… -Voy a parar porque parezco Dani Rovira uno de sus monólogos.- Y todo eso sin entrar en distinción de tejidos, colores y estampados. ¡Tantos y yo sin dar el paso!
En mi lista de pendientes hay apuntados otros culots, unos chinos, unos de campana, unos capri y probablemente alguno más del que me haya olvidado. Jamás me veréis con unos tipo chándal de felpa -¡ay, qué miedito me doy cada vez que suelto ese jamás!-. Y a vosotras, ¿os pasa lo mismo que a mi o habéis superado la barrera vaquera?
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